La felicidad de trabajar menos

Muchos profesionales aseguran que están dispuestos a sacrificar parte de su salario a cambio de tiempo



"Hasta el infinito y más allá!", proclamaba muy ufano el astronauta Buzz Light­year con su voz enlatada de juguete. Aunque si en lugar de un muñeco (y un dibujo animado) el coprotagonista de la saga Toy Story hubiera sido un trabajador de carne y hueso, posiblemente sus miras profesionales habrían sido algo menos ambiciosas. O lo habrían acabado siendo con el tiempo. Como las de las 658.000 personas (el 3,6% de los ocupados en España) a las que, según un reciente análisis de Randstad, les gustaría trabajar menos horas aunque ello supusiera una reducción correlativa en su salario.
El dato viene a corroborar una tendencia señalada por la consultora este mismo año. En su informe Randstad Employer Brand Research 2017 se indica que el equilibrio entre trabajo y vida personal es ya el segundo motivo más importante para los profesionales a la hora de elegir una empresa para trabajar, únicamente por detrás del sueldo. "El fin de la crisis ha traído más seguridad. Y una vez que las necesidades higiénicas están cubiertas, otro tipo de inquietudes como la conciliación o el ocio ganan peso en las decisiones laborales", concluye Luis Pérez, director de Relaciones Institucionales de Randstad.
Plantearse pisar el freno en la carrera profesional, ya sea en el número de horas o en el nivel de responsabilidad, es algo que pasa por la cabeza de casi todo el mundo en algún momento de su vida. "Si tu trabajo requiere mucha dedicación y sacrificios, es normal querer salir de esa situación y potenciar otras facetas de tu vida que también son importantes y que quizá has aparcado durante demasiado tiempo", dice la coach Aida Baida.
DESCENDER DE LA CUMBRE
"La vida es corta. Pero está ahí". Fue el enigmático tuit que escribió el español Marcos de Quinto poco antes de conocerse que dejaba Coca-Cola tras 35 años en la compañía. Renunciaba así a su puesto en Atlanta como vicepresidente ejecutivo y director global de marketing del grupo y a un salario de 7,2 millones de euros.
La salida del directivo se produjo de manera paulatina de común acuerdo con la compañía. "Mi amigo y nuevo consejero delegado James Quincey ha sido mi cómplice en este proceso. Llevábamos hablando de mi voluntad de retirarme desde hacía tiempo y él lo entendió perfectamente, dadas mis circunstancias personales en estos últimos dos años", destaca.
De Quinto reconoce que el problema no ha sido de la empresa, sino suyo. "Yo no hubiera cambiado mi vida profesional por nada si hubiera sido capaz de conciliarla con una vida personal también plena".
Lo normal es que ese momento llegue a partir de una cierta edad. Una enfermedad, una situación familiar, la rutina o pensar que ya se han satisfecho las ambiciones profesionales pueden propiciarlo. Un buen día, la carrera parece menos importante. Para Jerónimo Corral, director de Recursos Humanos de Lindorff, todo profesional debería pararse a reflexionar cada cierto tiempo sobre si el esquema de dedicación y actividades que ha construido para su trabajo y su vida personal le satisfacen o le frustran. Porque, advierte, "un compromiso sano con la empresa no es aquel que obvia el resto de compromisos de la persona. Todo exceso pasa factura antes o después".

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